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Xiaoping Yan vino a España para labrarse un porvenir, pero un coche frenó en seco su futuro, lo atropelló y lo dejado en una silla de ruedas postrado de por vida. El seguro del vehículo que lo arrolló, Reale, se niega indemnizarlo. El 25 de marzo de 2010 Xiapong se dirigía en bicicleta por el carril-bici de la ciudad de Zaragoza para entregar varios encargos de su tienda –especializada en artículos de regalo– cuando un coche impactó contra él y lo mandó al hospital. Entre aquel día y el 5 de noviembre, Yang ha permanecido ingresado, primero en el hospital Miguel Servet de Zaragoza, donde temieron por su vida, y después en el Institut Guttmann de Badalona, donde ha intentado rehabilitarse de sus secuelas. El reportaje fue publicado hace unas semanas en la revista Interviú. A pesar de los esfuerzos, Xiaoping quedó condenado a una silla de ruedas, apenas puede hablar y necesitará los cuidados de su familia las 24 horas del día el resto de su vida. La compañía aseguradora aprovecha la falta de claridad sobre el suceso para acusar a a Xiaping de saltarse el semáforo que regula un paso de cebra y el carril-bici del cruce de la calle Valle de Broto con la avenida de los Pirineos e incluso presenta un testigo de los hechos que resulta ser corredor de seguros. Y digo yo que en algún momento alguien tendrá que hacer justicia y que las aseguradoras no eludan sus responsabilidades económica...
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Esta semana publico en Interviú un reportaje sobre Humberto Baena, el último fusilado por Franco. Lo he titulado igual que este post, haciendo referencia a su condena de muerte, que incluso desde el punto de vista jurídico de la época fue una aberración, y a la proclamación de su inocencia, que nunca fue estudiada ni tenida en cuenta y así Xose Humberto ha pasado a la historia como el asesino de un policía, en vez de como la víctima de una injusticia.
Baena, militante del FRAP, fue el último de los fusilados por el régimen de Franco en 1975, cuando el dictador agonizaba en su lecho de muerte. A pesar de que una testigo presencial del crimen del que fue acusado acudió a comisaría para declarar que no era la persona que ella había visto disparar al policía, su testimonio fue descartado por los mismos policías que sólo buscaban venganza, aunque fuera con la sangre de un inocente.
Durante la farsa del juicio que lo condenó a los abogados de Baena no se les permitió hablar e incluso fueron expulsados de la sala. Ahora su hermana acude a la ONU en busca de justicia. Al menos a su familia le queda el consuelo de saber que se cumplió uno de sus últimos deseos, reflejado en una carta mandada a sus padres: "Ser el último condenado a muerte por un tribunal militar".
Uno de los motivos por los que me hice periodista fue para poder rendir pequeños homenajes como éste a Humberto y a otros luchadores por la democracia –militantes en una España difícil y complicada–, aunque sea en papel y en tres páginas y media. Así que esta semana estoy más contento que nunca con el oficio que elegí.
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Confieso no haber leído por completo el nuevo libro de Daniel Montero, compañero de profesión, de pupitre en Interviú, de prácticas deportivas y de algunas otras cosas que terminaron por convertirlo en amigo. Por todo esto no puedo ser objetivo cuando hablo de sus reportajes o de este segundo libro (el primero fue La Casta), que hoy lunes ve la luz. Sin haberlo leído del todo, sólo en su "bruto" original, puedo decir que he sido testigo privilegiado del alumbramiento de "La correa al cuello", una visión novelada sobre la vida de Francisco Correa, principal implicado en la trama Gürtel y por ello no deja de asombrarme la pasión, dedicación y tenacidad que Daniel le pone a todos los proyectos que emprende. Es un tipo capaz de leer un sumario con el mismo interés que vimos la final de España en el pasado Mundial.
Como periodista mi colega es uno de esos que no le dejan a uno indiferente con lo que investigan y escriben, y es de agradecer porque son muy pocos, apenas caben en los dedos de una mano, los que despiertan en mi ese interés. Me imagino a Daniel en cualquier época y cualquier lugar y me lo imagino siempre de la misma manera: investigando y descubriendo para los lectores otras tramas, otros mundos, otras vidas y contándolo después. Ahora lo hace con este libro. No os lo perdáis, por imprescindible, y porque lleva la firma de Daniel Montero.
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Esta semana la revista Interviú ha publicado un reportaje sobre cuatro funcionarios del ayuntamiento de Logroño que se sienten acosados laboralmente por sus superiores. En el caso de dos de ellos el fiscal ha actuado de oficio y ha imputado al director de personal del consistorio logroñés y a su mano derecha. En los otros dos no, pero ha recomendado que los afectados acudiesen a la justicia en forma de denuncia. Los cuatro cuentan sus casos en la revista, dando nombres y apellidos, sin nada que ocultar.
El tema es que el reportaje no ha dejado indiferente a nadie en Logroño, ni autoridades municipales ni trabajadores afectados e incluso en la web de Interviú se ha generado un debate con acusaciones cruzadas de todo tipo. El debate suele ser casi siempre enriquecedor mientras no se traspasen los límites de la educación y la falta de respeto, algo que no ha sucedido en este caso. Uno de las personas que comenta incluso amenaza veladamente a los hijos de una de las víctimas del acoso. Es decir, si no puedes vencer a la madre métete con sus hijos. Es deleznable.
De momento, ya uno de los que se han sentido insultados en los comentarios, por ende juez de profesión, ya ha planteado su intención de demandar a quienes le han insultado, aunque ahora tendrá que averiguar quien ha sido, ya que los acosadores siempre se esconden en el anonimato.
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Esta semana publicamos en Interviú un nuevo reportaje sobre un militar de vocación (http://tinyurl.com/34ze6yw) que ve frustradas sus aspiraciones en el Ejército. Es la segunda vez que en seis meses publicamos las quejas de un joven soldado, un cabo en esta ocasión, sobre un trato que considera injusto. Juan Plácido Muñoz cometió una infracción al dar positivo en un control de alcoholemia. Al identificarse como militar y ser condenado en un juicio rápido a ocho meses de retirada de carnet y una multa de 600 euros el Ejército aplica la literalidad de la ley y le expulsa por haber sido condenado por un delito, a pesar de que Muñoz había firmado su compromiso hasta los 45 años, tiempo límite que permiten al personal de tropa permanecer alistado. Nada que objetar a todo esto.
Pero claro, la abogada del cabo ha argumentado que se podría estar lesionando el principio constitucional de igualdad ante la ley, ya que un oficial de carrera que le sucediera lo mismo no sería inmediatamente expulsado del ejército, sino que podría tener alegaciones, apertura de expediente disciplinario, etc... El caso se saldaría con algunos meses de suspensión del servicio, con el sueldo intacto, un tirón de orejas de algún superior y poco más, mientras que si le ocurre a un soldado lo expulsan del Ejército. Dicen que antes se hacía la vista gorda porque había escasez de voluntarios para nuestras fuerzas armadas, pero ahora con la crisis parece que la demanda para entrar es mayor y por tanto, aplican la ley a rajatabla.
De todas maneras, el Ejército debería empezar a plantearse que la modernidad no consiste sólo en tener mejores aviones, mejores tanques o más inteligentes, sino en modernizar también sus estructuras legales y adaptarlas a los principios de igualdad que se le supone a nuestra democracia.

La infanta Elena de Borbón ha protagonizado hace unos días un incidente, cuando menos desagradable, con un fotógrafo. Estaba siendo fotografiada cuando pidió que la dejaran tranquila. Como el acto estaba programado por la Casa Real y se inscribía dentro de los actos oficiales el fotógrafo continuó con su trabajo, hasta que fue interrumpido de nuevo por la infanta que con un tono nada tranquilizador le recriminó con un "gracias, eh, gracias, ya te la devolveré". Una frase que en boca de otra persona no tiene mayor importancia, pero si eres fotógrafo y te dedicas a hacer Casa Real puede significar que te quedes sin trabajo y sin dar de comer a tus hijos. Así, sin más. http://tinyurl.com/2uh5k7t
No es la primera vez que un miembro de la familia real hace algo similar, pero sí es la primera vez que una salida de tono monárquica adquiere relevancia pública. Durante treinta y cinco años los periodistas acreditados ante la Casa Real, compuesto por una cohorte de cortesanos y siervos que no son periodistas aunque así se lo llamen a si mismos, han callado y regalado "carta blanca" o "barra libre" a la familia real española, privando a los españoles de conocer la verdad de lo que se cuece en la monarquía, algo que no sucede en Gran Bretaña, Holanda, Suecia o Dinamarca, verdaderas democracias.
Aquí, con el pretexto del cambio político a la democracia y de la unidad de los españoles nos parecen normales muchas cosas que a otros representantes de la política nacional no se le perdonan nunca. Todavía recuerdo las imágenes del jefe de prensa del ministro de Trabajo recriminando a un redactor de TVE su visión del Ministerio o cómo fueron repetidas hasta la saciedad las fotos de las hijas de Zapatero con la familia Obama y con el único delito cometido de ser "góticas". O los detalles que se han publicado de la vida de jueces, incluidas sus tendencias sexuales o ministros. Sin embargo, nadie protesta porque la información sobre la Casa Real esté sometida a una continua censura, que se manifiesta desde pequeñas cosas como la obligación de acudir a las ruedas de prensa con traje y corbata o la imposibilidad de realizar preguntas a no ser que hayan sido pactadas antes, o la retirada de fotos molestas, como las del Rey a bordo de un yate durante unas vacaciones o las de la princesa Leticia con un falda por la cintura, víctima de un inevitable golpe de viento.
Ese endiosamiento no debe de ser fácil de llevar, y más siendo hija del Rey a quien le dieron absolutamente todo hecho desde la cuna -matrimonio incluido-, y viendo cómo todo el mundo te hace reverencias, que nunca ganaste ni mereciste, e incluso ríen las patadas que tu hijo le propina a otro niño en una boda, algo que si hiciera el hijo del vecino nos molestaría por maleducado. La infanta Elena debería aprender de su madre, la reina Sofía, que jamás puso un mal gesto a nadie ni contestó una pregunta con una mala respuesta ni mucho menos amenazó a ningún fotógrafo.

Cuando el sexo se mezcla con la política un alcalde de un pequeño pueblo de Segovia puede pasar de héroe a villano en unos pocos días. Eso le ha pasado a José Luis Garrido, alcalde popular de Vallelado, que es el protagonista del verano de 2010 en su pueblo. Y no por las fiestas, que prometen ser buenas, sino porque se ha descubierto ahora que su teléfono móvil, con cargo al erario municipal, se ha usado para realizar llamadas a las líneas 806 y 803 por valor de 5700 euros. Éstas son líneas conocidas por su contenido erótico. Por esa circunstancia el secretario general del PP en Segovia lo ha expulsado del partido. Al principio Garrido no lo reconocía, pero ante la evidencia de las pruebas ha terminado por admitir su culpa y prometer, que no cumplir, que devolvería el dinero. Para más inri el primer edil presentó hace un par de semanas una petición de dietas, en concepto de kilometraje, de nueve mil euros. Es decir, huida hacia delante.
Así lo contamos esta semana en Interviú. Nadie critica el contenido de estas llamadas, ni su destino, porque cada uno con su vida privada puede hacer lo que le venga en gana. Claro, siempre y cuando el dinero no sea de todos. Por eso todos los vecinos de Vallelado, que le llevan eligiendo durante cuatro legislaturas seguidas, sí deberían exigir al alcalde que hiciese un par de ejercicios de responsabilidad: Primero, devolver el dinero y después, dimitir.

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Muchas veces me he preguntado por qué el desnudo de los demás siempre nos causa morbo. Una reciente encuesta dice que el top less no se lleva, no está de moda... Y sin embargo, cuando vemos a alguien desnudo siempre llama la atención, o al menos despierta nuestra curiosidad. Esta semana en Interviú vemos cómo un grupo de trabajadoras de UGT en Fundescan -una fundación canaria creada por el sindicato para el fomento del empleo, la protección a mujeres en situación de desamparo y la creación de talleres y cursos para parados- se han desnudado para llamar la atención sobre sus problemas http://tinyurl.com/34ux3ke. A los 400 trabajadores de esta fundación les despidieron y les indemnizaron sólo con 20 días por año, a pesar de que este sindicato propone una huelga general el 29 de septiembre para defender, entre otras cosas, que los empresarios no puedan hacer esto.
Pero lo que más me ha chocado son algunos de los comentarios en la web de Interviú, donde se puede leer el reportaje, y que descalifican la iniciativa de estas trabajadoras, cuando lo que merece la crítica es, en mi modesta opinión, la actitud del sindicato que se desentiende del problema y recurre al Fogasa para indemnizar con 20 días por año en vez de los 45 que estipula la ley. Y la pregunta es inevitable: ¿si estas trabajadoras hubiesen posado vestidas los mismos medios se hubiesesn hecho eco de sus problemas? Creo que no y es porque pienso que el morbo está muy arraigado en nuestra naturaleza humana. Así que mejor no nos rasguemos las vestiduras.
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Tras la publicación esta última semana de un reportaje sobre ilegalidades urbanísticas en el Ayuntamiento de Cáceres en la revista Interviú (http://tinyurl.com/35m43qp) no se han hecho esperar las reacciones. Varias personas han dejado sus comentarios expresando su malestar por el tono del reportaje, aunque la mayoría no se lo habían leído en el quiosco, sino el corto resumen que se publica en la web. Lo que viene a demostrar que nunca llueve a gusto de tod@s.
La mayoría de las quejas argumentan que en ningún momento la sentencia dice que se deban derribar las casas y, es cierto, ya que la sentencia del Tribunal Supremo dice que la zona debe de quedar tal y como se encontraba al principio, antes de la construcción de las mismas y ya se ha pedido la ejecución de la sentencia. Es decir, que o las viviendas se hacen invisibles o se derriban y se deja la zona tal y como estaba al principio del movimiento de tierras. Eso es lo que dice la sentencia del Supremo. Como la primera de las opciones es difícil a no ser que se contrate al mago David Coperfield me temo que lo más viable será la segunda opción. Por mucho que le duela a quien esto escribe y a los propietarios de las mismas, que tienen obligación legal de informarse sobre el inmueble que compraron y su situación legal.
Y es que a veces las verdades duelen a todo el mundo.
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La pasada semana escribía Eulogio López en su portal Hispanidad (http://tinyurl.com/35owjod) un post en respuesta a Fernando González Urbaneja, presidente de la APM (Asociación de Periodistas de Madrid) en relación a unas desafortunadas o malentendidas declaraciones de este segundo sobre el oficio de periodista. Habría dicho el presidente de la APM durante una conferencia en Pamplona que los periodistas se dividen entre “serenos” y “perturbadores” y que él prefería a los primeros. Defendía López a los segundos frente a los primeros.

Sin entrar en quien tenga o no razón, –al parecer las palabras de González Urbaneja fueron sacadas de su contexto real, referido sólo a un tema en particular– es cierto que una de las asignaturas pendientes de nuestra profesión es todavía el debate sobre el oficio de periodista. ¿Debemos plegarnos a las exigencias de nuestros editores y convertirnos en empresa, como ocurre cada vez con más frecuencia, o por el contrario, debemos continuar fieles al espíritu crítico y de creación de debate que debe tener todo buen periodista, como enseñan en las facultades? Algunas cuestiones personales me hacen pensar que yo pertenezco, sin haberlo elegido nunca, a este segundo grupo, al de los perturbadores. Lo malo o lo bueno, es que –como dice Eulogio López– yo prefiero seguir siendo un perturbador.

Ya escribió Chesterton hace un siglo: “El mal del periodismo no está en los periodistas. No está en los pobres hombres que hacen su trabajo en los niveles inferiores de la profesión, sino en los hombres ricos que están en lo más alto de la profesión e incluso tan alto que no pertenecen a ella. El problema de la prensa es el trust de la Prensa, del mismo modo que había un problema con el trust del trigo, dicho esto sin intención alguna de vilipendiar a quienes cultivan trigo. En la plutocracia americana, no la prensa americana”. Si lo aplicamos al caso español, el autor de “Los relatos del padre Brown” no podría haberlo reflejado mejor.

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Hoy quiero dejar aquí un enlace sobre una interesante reflexión en vídeo de Jean Ortiz, destacado intelectual y profesor francés en la Universidad de Pau, acerca de los problemas (http://www.dailymotion.com/video/xdg83c_le-juge-garzon-l-anti-franquisme_news) que tiene el juez Garzón. Está en francés, pero con un pequeño esfuerzo se entiende muy bien. Si encuentro una traducción al español os la haré llegar. Ortiz aporta una visión europeísta del tema y explica desde un punto de vista político y moral lo que significa para nuestros vecinos franceses todo el proceso a Garzón, que ven con una mezcla de asombro y perplejidad.
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Estábamos esperando su llegada con una mezcla de entusiasmo y temor. Lo primero por saber qué ocurrirá en el futuro, ¿seremos capaces de adaptarnos a los tiempos modernos? y lo segundo por ver qué críticas recibe. En cualquier caso hoy ha nacido la nueva web de la revista interviú en la que trabajo desde hace 18 años y de la que me siento orgulloso, no por un sentimiento de propiedad sino de pertenencia a un equipo de personas y a un lugar en el que intentamos que cada día salgan las cosas lo mejor posible. Estamos de enhorabuena.
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La revista Interviú publica esta semana un reportaje sobre la peculiar guerra que enfrenta al cabo Pérez con el ejército español. Ya sabemos que la legislación militar es diferente a la civil, pero lo que le ocurre al cabo Juan Antonio Pérez después de doce años de servicio debería hacernos pensar. ¿Cómo algo que puede ser calificado de acoso laboral e incluso psicológico en la vida civil puede obviarse e incluso taparse en el ejército español? Todo ello la misma semana que, según adelanta Periodista Digital en su web el Ministerio de Defensa ultima un proyecto de ley para recortar todavía más los derechos de nuestros soldados. Ahora ya no podrán expresar en voz alta sus opiniones relativas a sus superiores.
El problema es más profundo de lo que parece y debería hacernos reflexionar sobre el papel de nuestras fuerzas armadas. Siempre nos dicen que el ejército se ha modernizado con su profesionalización, pero ¿estamos seguros de que las reformas llegaron a todo el mundo o se han modernizado sólo las armas y no las personas? Que le pregunten al cabo Pérez.
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El sector eólico está en pie de guerra. Como publica esta semana la revista Interviú no todo es tan limpio en las energías renovables tal y como parece. Las empresas que instalan y gestionan aerogeneradores ya han advertido que la crisis les ha hecho perder 16 mil empleos y auguran un mal futuro, con la previsible pérdida de otros 8 mil trabajos si el sector no continúa progresando en los próximos años. Mientras tanto, ecologistas, empresas, ayuntamientos y ministerio de Industria y Energía no logran ponerse de acuerdo respecto al fatídico Real Decreto 6/2009, que limita el máximo de aerogeneradores que se pueden poner en marcha en nuestro suelo anualmente y al que los empresarios culpan de todos su males. Los primeros piden respeto medioambiental e inversiones, los empresarios más libertad para seguir creciendo y la Administración argumenta que es necesario poner más orden en el sector. Y al final va resultar que, parafraseando a Cervantes en boca de Sancho, "no son gigantes mi señor, que son molinos de viento".
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Los habitantes de El Pego, un pequeño pueblo de Zamora, luchan contra la Administración para que alguien les arregle la carretera que les comunica con el resto del mundo. Esta semana su historia se publica en la página 42 de la revista Interviú, ya que han decidido cortarla por el riesgo que supone para la circulación. Me recuerdan a los aguerridos galos de las historias de Asterix. Ellos solos contra el imperio romano y César, sólo que en este caso el imperio es la Administración y César es la Diputación Provincial de Zamora que no les arregla la carretera destrozada, por lo que estos modernos Asterix y Obelix, con su alcalde Abraracúrcix (Leónides Riesco) a la cabeza defienden su derecho a tener unas vías de comunicación dignas. Al igual que en los cómics, nadie les hace caso. Todo el mundo pasa y mira, pero nadie les arregla la comarcal.



Desde la publicación en Interviú de un reportaje sobre las condiciones laborales de las madres que trabajan en las tiendas de moda Zara a la redacción de esta revista no dejan de llegar testimonios nuevos que se suman a los ya incluidos en el reportaje, pero también de otros comercios del sector sobre jóvenes que sufren el mismo problema y otros más graves. Pero lo más destacable, tras la tormenta en el consejo de Inditex que se generó tras la publicación, fue la llamada telefónica de un joven extranjero para contar que en su trabajo, camarero de una conocida franquicia de restaurantes en el centro comercial La Vaguada de Madrid, le habían hecho firmar la baja voluntaria junto con el contrato de trabajo. Es decir, que cuando el empresario quisiera podía despedirle sin derecho a indemnización, simplemente haciendo efectiva esa baja voluntaria. El ministro Corbacho va a tener que hacerlo mejor para velar por los derechos laborales de los trabajadores.